viernes, 4 de enero de 2013


hay algo en la estática que me desorienta,
me vuelvo a enamorar de un flequillo cualquiera.
toco el timbre de la tentación

y me trepo a grandes saltos a su cuerpo,

tibio y de celebrante infierno.

me reciben sus manos, sin guantes,

y sus bocas bebedoras (sin rostro)

de cáliz de vida y seducción.

toda la piel forestada entera,

uñas como astillas esmaltadas.

canta con la voz de un zorro,

combinando el riesgo y el desatino

de las cabezas que palpitan,

de las narices frotándose.


felino frívolo que aúlla,
 
en la galaxia plena de energizantes roles,
 
predicando el prestigio de brillos veraniegos.
 
fantásticos tapices tiende al caminar,
 
que recuerdan y no quitan nada de la fiesta.
 
mantengo la distancia prudencial
 
a los zapatos de leopardo flúo,
 
para evitar que su cautivante caballera
 
me pierda en la sombra bruta del placer oculto.
 
de salvaje origen y sagaces fauces,
 
iniciación e instinto dan forma a la figura revolucionadora.
 
ojos como tizones
 
queman con lluvia la tendencia amenazadora.
 
cascotes de dulce de leche granizando,
 
caen a pinceladas azucaradas y pisotones.
 
mientras, yo escucho la risa tántrica
 
que me contagia tal salpicado pataleo.
 
me voy mimetizando con los labios,
 
que perdieron la humedad hace ya tiempos,
 
pero que rejuvenecen en virginidad febril con cada beso.
 
sos vos, Zatán de espejos y silueta,
 
el verbo se encarna en tu accionar diario de ruleros,
 
el que acecha con palabras al silencio represor
 
y cosecha con manos flacas
 
la siembra de deseos perfumados.
 
Vos, Lucifer con plumas,
 
arrancás mis frenos y acelero
Verónika decide resucitar (y dar de nuevo)