y ¿por qué la amas? preguntó la niña asombrada
y el caballo lloró riéndose y entre bostezos de burbujas le respondió con una palabra
y por qué entonces tus alas son doradas?
y el caballo se tiró en el piso a causa de las carcajadas, porque el caballo no tenía alas
y la niña se quedó en silencio, tímida, un poco en la sombra, un poco en el sol
y el caballo agachado,
tomó otra taza de té con miel y pensando en el mar estiró sus dos patas y sus dos manos
y la niña enrolló su cuello en un no se qué y se olvido por completo del mundo,
que permanecía, mientras tanto, perplejo
y el caballo se arrimó a su oído, y le dijo con canciones,
la amo porque es libre
la amo por sus alas doradas
la amo por sus alas violetas y verdes
la amo por sus alas de un color inconsistente
por sus movimientos fugaces y atrevidos
por sus letras arrimadas y perpetuas
la amo porque un día comencé a amarla
y sin embargo no comienza un día sin su amor abarcándolo todo
la amo porque es ella quien me devolvió mis alas.
finalmente, el caballo lloró una lágrima de vida y sus alas se iluminaron
la niña, de sonrisa eterna, se encogió de hombros y creyó entenderlo todo;
mientras tanto, el mundo, permanecía perplejo...